La idea estaba buena.
Todos la miraron, asentaron con la cabeza, alguien dijo “me encanta” y otro tiró un “esto va a explotar”. La subieron. Se publicó. Y después… el silencio. O peor: un par de likes, cero clics, ningún guardado, y el cliente preguntando si se puede “hacer algo más potente”.
Lo dijimos: la idea estaba buena. Pero no estaba validada.
Porque muchas veces confundimos entusiasmo interno con potencial externo. Y eso es como enamorarse en la primera cita y mudarse juntos al día siguiente. Puede salir bien… pero también podés terminar durmiendo en el sofá de tu mejor amigo.
Una idea puede tener todo: un insight afilado, un diseño hermoso, un copy picante. Pero si no se testea con gente real, en contexto real, sigue siendo un salto al vacío.
Lo bueno es que hoy se puede evitar ese vacío. Validar antes de publicar no es burocracia creativa, es instinto profesional. Es mirar la idea con otros ojos. Saber si comunica, si destaca, si conecta. Si vale la inversión.
La próxima vez que alguien diga “la idea está buenísima”, frená.
Y preguntá: ¿ya la probamos con Clicker?
Porque no alcanza con que nos guste a nosotros.
Tiene que gustar afuera.